DANIEL IRIGOYEN - Official Website - World Class Music and Poetry


Go to content

Memorabilia

Música > Rock Argentino

Daniel Irigoyen uno de los tempranos Músicos del "Circo" Rockero,
rememora sus epocas heroicas junto a Litto, Moris, Tango y muchos otros.

1971, en epocas de Los Mentales © Archivo Revista Pelo

 

1997 "Cuidando la Memoria" © Photo: Rodolfo Puebla

Daniel Irigoyen es un músico argentino que participó de los ya legendarios años iniciáticos de lo que luego sería conocido como "Rock Nacional". Aunque algo menor que todos ellos, formaba parte del grupo que se reunía habitualmente en la Perla del Once, junto con Javier Martínez, Moris, Tanguito, Pajarito Zaguri, Litto Nebbia y tantos otros. Cantante y compositor, formó un grupo llamado Los Mentales que fue bastante conocido en su momento. Participaron de los eventos más importantes del movimiento rockero de la época (entre ellos el Festival Pinap, el ciclo Beat Baires del Teatro Coliseo y del primer B.A.Rock en el Velódromo), grabaron un par de simples para RCA, contaron con la producción de Litto Nebbia, y hasta tuvieron una especie de hit, pero la inestabilidad propia de esos tiempos hizo que se separaran, en un momento en que la mayoría de los grupos de la primer música "progresiva" (entre ellos Manal, Almendra y Los Gatos) sufrían la misma suerte. Como tantos otros, corrido por las pálidas, la represión, y las dificultades crecientes para trabajar como músico, además del propio espíritu nómade y la sed de aventuras, en 1974 decide emigrar definitivamente en busca de mejores horizontes.

Hacia 1976 se establece en Hamburgo, Alemania, y desde entonces realiza una continua actividad musical, fundamentalmente como cantante y percusionista. Entre los hitos más importantes de su carrera europea figuran su participación como integrante del cuarteto de jazz-rock
Chilam Balam, del grupo Camalote, grupos de salsa, fusión, latin-jazz, acompañando cantantes, con el grupo Selva, y finalmente al comando de su propia banda. Se casó, tiene esposa e hija alemanas, y en todos estos años regresó al país una sola vez, en 1998, oportunidad que aprovechó también para realizar una grabación junto a su viejo amigo Litto Nebbia, más Quique Sinesi y Cesar Franov que sería editada en el LP "Páginas de Vida, Vol. 4".

Como él mismo lo explica ..

.
." el hecho de haber salido de Latinoamérica, paradójicamente me ha hecho sentir latino. El sentimiento de identidad se ha ampliado hacia otros horizontes. Más que argentino soy latino, una mezcla de múchos países hermanos, de los que antes de partir nada sabía .. A través de todos estos años, he tocado con mucha gente de diferentes tendencias, estilos y calidades. Con brasileros sambistas, con salseros colombianos, venezolanos, mexicanos, portorriqueños, peruanos, cubanos y argentinos. Con folcloristas paraguayos, chilenos y bolivianos, haciendo reggae con negros de Jamaica, soca con negros de Trinidad y con Africanos de Camerún y Sudáfrica, con rockeros, jazzeros y souleros alemanes, franceses, ingleses y norteamericanos" ..

En 1997 edita su primer álbum como solista, que tituló significativamente "CUIDANDO LA MEMORIA", un disco donde además de componer, arreglar, producir, cantar y tocar batería y percusión, se hizo cargo de los teclados. Grabado junto a músicos de Brasil, Cuba y Argentina, incluye una serie de canciones con una agradable variedad de ritmos latinos, arreglos con cierto sabor a fusión (para darles una idea, se podría trazar un paralelo con el trabajo de Rubén Rada), enfocados desde una poética latino-americanista y entonados con su voz potente y personal. Irigoyen tiene la intención de que su álbum salga editado en la Argentina y no descarta un regreso a nuestro país.

Desde Hamburgo, quizás nostálgico, quizás curioso por las noticias de la realización de la muestra "30 Años De Rock Nacional", Daniel, asíduo lector de "El Musiquero" (la que recibe a través de amigos que tienen la buena onda de mandársela), decidió escribir una larga carta contando sus recuerdos. Me pareció doblemente interesante: por lo fresca y sensible de su escritura, lo nítido y vibrante de sus recuerdos y vivencias, y por ser un testimonio inédito de una época nunca lo suficientemente explorada. Los relatos que se conocen provienen casi siempre de las mismas cuatro o cinco personas, y además, como es característico en muchos músicos, en general no les gusta demasiado hablar del tema, porque les parece que es como quedarse pegados al pasado, o algo así. Por lo tanto aquí va esta historia, donde desfilan La Perla del Once, los bohemios personajes del "naufragio", las épocas de pelos largos, sueños de paz y amor, y persecución policial (algunas cosas no cambian), en la memoria de un protagonista de aquellos años fundacionales.

Claudio Kleiman


Se me exige que diga quién soy. Nada todavía, nada todavía“ Albert Camus



Yo vivía en el barrio de Almagro, sobre la Avenida Rivadavia, cuando todavía era doble mano y los canas dirigían el tráfico desde las garitas. Para el lado del Once, a unas tres cuadras vivía
Alejandro Medina, con quién cursé el primer año de bachillerato en un colegio mixto de curas franciscanos. Fué el despuntar de los años de oro, las primeras aventuras del asfalto. Otis Redding, Los Kinks, Dave Clark Five en el show de Ed Sullivan, los pullóveres negros de cuello alto y las botitas. Nos matábamos escuchando a la fiera James Brown, "It´s A Man´s Man´s World", que nos volvía locos.
Para el otro lado de mi casa, en dirección a Primera Junta, el otro vecino célebre que tenía en la esquina era
Carlitos Mellino, que junto con Alejandro (Max y Rodney) ya habían formado el cuarteto The Seasons , que cantaban en un Inglés sanateado una onda medio Beatle, y grabaron después un LP en Microfón palanqueados por Billy Bond y Horacio Malvichino, donde en la foto de tapa aparecían como que eran una banda importada de Liverpool.

Corría el año 1965, y los Magos ya andaban por "
Rubber Soul". El que tenía tele, podía ver en la "Escala Musical", los domingos a medio día en el canal 11, en blanco y negro, a grupos impresionantes que nada tenían que envidiarle a los ingleses. Como por ejemplo el cuarteto uruguayo Los Shakers, a los también uruguayos Mocker´s, con Polo haciéndose el Mick jagger pero mejor, y a los rosarinos Gatos Salvajes (el primer grupo de la historia que empezó a cantar canciones de rock en castellano) con Ciro y Litto como puntales.

A la vuelta de mi pieza sobre Bartolomé Mitre, vivía
Bernardo Baraj, al que veía pasar siempre con una sonrisa y el saxofón a cuestas. Algunas tardes solía encontrármelo en el apartamento de los hermanos Mellino, junto con Ricardito Lew, maestro guitarrista y contador de chistes, y Carlitos Carnaza, con su inseparable Jazz Bass, que después pasaron a ser por un tiempo parte de Alma y Vida. A todo esto, por la radio se seguía escuchando la misma música híbrida de siempre. Aunque las principales bandas inglesas del momento, con Los Beatles a la cabeza, ya venían matando, el gusto musical de los jóvenes porteños de clase media seguía siendo extremadamente chato. Pero la música que hacíamos y consumíamos los marginales era una mezcla compacta de blues urbano y canción romántica, que inconcientemente se estaba transformando en algo propio, y la suerte de lo que vino después ya estaba echada.

Fuimos una especie de desfasaje de clases, porque no encajábamos con los mersas, y menos aún con los insufribles caqueros. El "caquero" típico venía de buena familia, polulaban por el llamado Barrio Norte y alrededores. Se los podía ver siempre tostados por el sol, paraban en La Biela, castigaban Rolex, y ostentaban poder de clase. De ahí surgieron los primeros prepotentes militantes de derecha admiradores de Juan Manuelde Rosas, los llamados
Tacuaras, declarados enemigos de la Poesía, el pelo largo, y como no, también de los marxistas y simpatizantes ortodoxos, judíos, parias y todos los demas posibles "enemigos de la patria".

Una plácida tarde de verano, caminando con
Alejandro Medina por Rivadavia, fuimos abordados sorpresivamente por dos tipos de aspecto militaroide y semirapados que salieron de pronto de la boca del subte "Loria", armados con palos encintados de celeste y blanco y decididos a reventarnos mientras vociferaban frases demagógicas sobre el futuro del país y la"lacra" de hijos de puta que nosotros veníamos a representar en ese momento. Nadie se metió a defendernos.

Fue tan grande el pavor, que corrimos sin dirección más de cien metros con los pelos de punta como dos alucinados, hasta que al fin desaparecieron entre el tumulto. Nos faltaba el aire y la razón para entender.

Al igual que el "mersa", veníamos del proletariado o de la llamada clase media baja (hablo por mí y algunos otros porque no todos, los "cirqueros" tenían el mismo origen). No nos copaba ir a los bailes de los sábados por la noche, salvo cuando tocaban
Los Shakers en Huracán, y menos ir a gritar con la masa los domingos a la cancha.
No nos importaba la política ni la problemática de la supervivencia, y preferíamos andar solos rumiando algún sueño que estar mal acompañados.

La cosa es que dentro de esta maraña blanca y negra de personajes, hubo muchas excepciones atípicas e inolvidables, que me iluminaron a medida que avanzaba en mi loca carrera por las calles de Buenos Aires. Entonces es cuando se empezó a mezclar todo, pero de otra forma. Los profanos intelectuales del
Bar Moderno de la calle Maipú con los bohemios, pintores, poetas, jugadores de ajedrez y el farsante disfrazado de actor. Y el snob de la Galería del Este y el Instituto DiTella, con seudo estudiante de filosofía, abogados de izquierda, periodistas de revistas famosas, artistas plásticos, y las infaltables fotomodelos.


Instantánea a mis 17 años sobre una de las mesas de El Moderno de la calle Maipú en su última noche. Foto lamentablemente tijereteada por un familiar, descartando a personajes como Sergio Mulet, Ernesto Deira, Pablo Suárez, Mariani, Edgardo Suárez, Liliana F. Blanco, Mónica D, el pintor neofigurativo Bute, Chentofantti y algún otro de los insomnes de aquel recinto fundamental de la contracultura porteña, incluyendo a los mozos de chaqueta blanca que lagrimearon por el cierre del bar, entrañables que aparecían rodeándome en esta foto, circa 1967. A la derecha: Programa de la obra experimental de teatro "Libertad y otras intoxicaciones" dirigida por Mario Trejo en las instalaciones del Instituto Di-Tella de la calle Florida - 1967





Y de pronto una noche en El Moderno antes de que cerraran, todo el mundo estaba invitado a una fiesta y así nos trans-formábamos en una perfecta comunidad de camellos, elefantes, arañas, centauros, cocodrilos, faisanes, ratones y algún que otro Jaguar infiltrado. Todos juntos tambaleantes de rito interminable. Algunos frecuentábamos los mismos lugares, las mismas calles, las mismas sombras, los mismos bares, los mismos libros, los mismos cines cuando se podía, los mismos discos, las mismas minas, las mismas palabras, los mismos ideales; mientras las ojeras del miedo ya empezaban a delatarnos paranoicos al ver un patrullero. Y así llegamos a la famosa Cueva de Pueyrredón, a la que apenas bajé por sus escaleras un par de veces, porque en realidad todavía era menor de edad y siempre me quedaba afuera escuchando y espiando por entre las rejillas. La cana caía casi todas las noches a pedir documentos, así que yo ya sabía que ese no era mi lugar. Una noche vinieron unos tipos y la quemaron a propósito para después cerrarla.


Pero todavía nos quedaba el mejor hogar clandestino que tuvimos, porqué extrañamente la cana no caía casi nunca. Se trataba de una enorme y vieja pizzería del Once que estaba en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón. En este mitológico boliche, donde también iban, estudiantes de la facultad, se empezó a cocinar una parte muy importante de lo que después se llamó ROCK NACIONALY aunque todo ya está archidocumentado en ciertos libros y algunas revistas especializadas, mi historia personal con los "heroes locales" nunca ha sido publicada.

© Daniel Irigoyen - Publicado en El Musiquero Nro 140 / Año XI


Continúa en botón " Tango y La Perla"




Daniel & Carola Leyton (Después de Favio) en la "Galería del Este" de Buenos Aires,
Invierno del ´67 © Photo:
Pablo Suárez

De izq. a der., Moris, Pajarito Zaguri, Javier Martínez, Rocky Rodriguez en la Cueva de Pueyrredón, circa 1966
© Photo: Jimmy Olszevicky


Home | Música | Retórica y poética | Persona | Videos | Galería | Links | Contact | Site Map


Back to content | Back to main menu